De entre los deportes que se han practicado en Bolivia, el fútbol es el que ha contado con mayor repercusión, no sólo por su práctica, sino por el impacto social que ha tenido como deporte-espectáculo. En la actualidad es un fenómeno social de primera importancia que influye en la vida colectiva en el mundo entero, forma parte integral de la actividad económica, social y aun política de cualquier sociedad.
Poeta boliviano, Jaimes Freyre nació en Tacna el 12 de mayo de 1866, fue hijo del gran escritor Julio Lucas Jaimes. Profesor de filosofía, Secretario privado de Mariano Baptista, redactor de "El País". En 1894 fundó la Revista de América con a Rubén Darío. Murió en Buenos Aires donde el 24 de abril de 1933 a la edad de 67 años.
Escribió versos con verdadero encanto, Castalia Bárbara (1899), libro Leyes de la Versificación Castellana (1912), La Hija de Jefhté (1889), Las Victimas (1917) y Los Conquistadores (1928), investigación sobre el pasado colonial de la provincia de Tucumán.
El otro gran modernista boliviano es Franz Tamayo que logró una curiosa fusión entre la mitología clásica griega, la fuerza telúrica de los Andes y la nostalgia por el mar. La obra poética de Tamayo tiene una gran fuerza reflexiva e intenta siempre un tono épico (es el caso de La Prometheida, Scopas o Epigramas Qriegos).
Gregorio Reynolds cierra la trilogía de poetas modernistas de Bolivia, aunque en menor dimensión que Jaimes Freyre o Tamayo. Notable cuando escribía sonetos, dominó su técnica hasta la perfección, ensayó el género dramático en verso y se inspiró en la fuerza de nuestra geografía y la sensualidad del trópico. Fue calificado como satánico y pagano. Sus obras mayores son Quimeras (1915), El cofre de Psiquis (1918) y Edipo Rey (1924).
Man Césped (Manuel Céspedes), el poeta de la naturaleza "Madre naturaleza vuélveme árbol"' recuperó con su sensibilidad, como San Francisco, el valor del medio que nos rodea. Ambientalista lo hubiesen bautizado hoy. Escribió Viaje al Chimoré (1907); sus obras clásicas son Símbolos Profanos (1924) y Sol y Horizontes (1930). Entre los poetas que se deben citar también están Lindaura Anzoategui de Campero (que recuperó la tradición de la poesía de la independencia), Raúl Otero Reich (el poeta de la guerra del Chaco, todavía teñido de modernismo) y Guillermo Viscarra Fabre, que marcan una etapa de transición entre las grandes corrientes romántica y modernista y la poesía contemporánea más libre, menos encorsetada en los ismos.