La fiesta se desarrolla en dos lugares diferentes: la ciudad y el campo, por la que tiene distintas características, en razón de los diferentes estratos sociales de los participantes. En la una priman las costumbres citadinas, y en la otra es indudable el sello campesino.
En la ciudad los pasantes o alféreces corresponden a un número limitado: tres por cada barrio o parroquia que participa: San Juan, San Benito y San Roque. En el campo o más propiamente en la circunscripción campesina donde se levanta la capilla de San Bartolomé, pasan de 40 pasantes.