Sabemos que los seres de la Naturaleza nos prestan utilidades en distintas funciones. Tenemos por ejemplo la madera que, proveniente de un mismo árbol, se utiliza, unas veces en la construcción de muebles y otras, en la construcción de edificios.
Así también, en nuestro idioma, las palabras desempeñan diversa función gramatical según el papel que se les asigne. En este sentido, muchas veces la misma palabra puede desempeñar dos o más funciones, las que se distinguen por ciertos signos convencionales. He aquí algunos casos en que para distinguir la función se utiliza la tilde en determinadas palabras:
tu: no lleva tilde por ser adjetivo. (Tu caballo me agrada.)
tú: se atilda por ser pronombre. (Tú me estimas.)
el: no se atilda por ser artículo. (El cuaderno ajado.)
él: se atilda por ser pronombre. (Él me dio ese libro.)
de: no se atilda por ser preposición. (Carruaje de plata.)
dé: se atilda por ser verbo. (Dé, si consigue dinero.)
si: no se atilda por ser conjunción. (Viajaré si quieren.)
sí: se atilda por ser pronombre. (Entre sí se dicen.)
se: no se atilda por ser pronombre). (No se atilda.)
sé: se atilda por ser verbo. (Ya sé la lección.)
mas: no se atilda por ser conjunción. (Doy permiso; mas no dinero.)
más: se atilda por ser adverbio. (Traeremos más pesado.)
mi: no se atilda por ser adjetivo. (Mi madre me quiere).
mí: se atilda por ser pronombre. (Se prestó de mí).
solo: no se atilda por ser adjetivo. (Es hombre solo.)
sólo: se atilda por ser adverbio proveniente de solamente. (Pensaré sólo en mi casa.)
este: no se atilda por ser adjetivo. (Este automóvil ya es viejo.)
éste: se atilda por ser pronombre. (Éste fue quien me dijo.)
ese: no se atilda por ser adjetivo. (Ese niño llegó tarde.)
ése: se atilda por ser pronombre. (Ése fue el que provocó.)
aquel: no se atilda por ser adjetivo. (Aquel libro rojo.)
aquél: se atilda por ser pronombre. (Aquél me pegó.)