Los pueblos del oriente y la masacre de 1892

El término “salvajes” es el que conservadores y liberales acuñaron para referirse a los pueblos indígenas del oriente. Así se consignan en el censo y así se conceptuaron. Esto implicó una categorización de inferioridad en relación al mundo “civilizado” y dos acciones concretas. La de los religiosos (las misiones jesuíticas de la colonia fueron sustituidas sobre todo por las franciscanas) que mantuvieron la política de catequización e inserción en el mundo occidental y cristiano por métodos pacíficos. La del estado y sobre todo particulares con intereses económicos, que abrieron fronteras, expulsando a las tribus de su hábitat original y eventualmente destruyéndolas.

El caso de los chiriguanos fue dramático. Esparcidos en los departamentos de Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija, cansados del despojo de tierras y explotación de su trabajo, iniciaron un levantamiento masivo en enero de 1892. Liderizados por el cacique Tumpa se enfrentaron a los colonizadores y los derrotaron en varios encuentros (Mandiyuti) Santa Rosa, por ejemplo). Llegaron hasta Camiri donde mataron a varios pobladores.

El prefecto de Santa Cruz Saulón Vaca organizó una fuerza armada de 1.700 hombres, entre ellos varios indios aliados de la región. El 27 de enero se produjo la batalla en Santa Rosa. González derrotó a las fuerzas de Tumpa que perdió más de 500 hombres. Tras la batalla, el prefecto ordenó el incendio de los campamentos y la ejecución del enemigo, incluidos mujeres y niños. Las armas de los “pacificadores” eran muy superiores y se impusieron. La región quedó controlada pero los chiriguanos fueron casi exterminados.

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El gobierno de Gutiérrez Guerra vivió en la zozobra permanente.

Los conservadores eran católicos por tradición. Quizás el más importante de ellos fue Mariano Baptista que dio muestras muy claras de su catolicismo, antes y durante su presidencia. No se puede olvidar tampoco la egregia figura de Juan de Dios Bosque (1829-1890). La confrontación estado iglesia se presentó cuando subió al poder el liberalismo. Muchos eclesiásticos del país, tanto regulares como seculares confundieron liberalismo con socialismo y otro tanto sucedió con el propio concepto de democracia, que a muchos religiosos les sonaba a anarquía.

El nacimiento de un movimiento obrero y sindical en el país fue producto del paso de un sistema de producción pre capitalista al desarrollo y modernización de la industria, particularmente minera, coincidente con el advenimiento liberal. A pesar de ese cambio Bolivia nunca contó con un proletariado significativo, pues no pudo desarrollar una industria importante como lo que tuvieron algunas otras naciones sudamericanas.

El agotamiento de los yacimientos estañíferos de Europa y la demanda de la industria norteamericana y europea que contaba con el estaño como un elemento ideal para aleaciones (hojalata, papel metálico, conservas y un largo, etc.), fueron los activadores del auge minero boliviano en el período 1900-1940.

Patiño es, sin ninguna duda, una de las figuras centrales de la historia boliviana. A su alrededor se teje buena parte del siglo XX en el país y se establece el destino de cientos de miles de bolivianos.

Durante el gobierno de Gutiérrez Guerra el efecto sobre el área rural de la ley 1880 se podía apreciar muy bien con la constatación de que el estado había concebido hasta 1919, 13,4 millones de hectáreas en los ocho departamentos y enl os tres territorios de colonias (Noroeste, Chaco y Oriente).  La recaudación de impuestos (1/2 centavo por hectarea de tierra baldía) alcanzó por este rubro 1,2 millones de Bolivianos en 1918.

Si bien Tamayo es conocido como uno de los grandes poetas de Bolivia, su compilación sobre temas pedagógicos, es ya un clásico y su actividad politica de una intensidad excepcional. Las ideas de Tamayo confontarón las de Arguedas y abrierón un gran debate en el país.