La guerra del Acre

El conflicto militar del Acre tuvo su punto más álgido entre 1902 y 1903, pero comenzó realmente en 1899 con el primer levantamiento secesionista en Puerto Acre, mientras el país vivía la guerra civil en altiplano y valles.

El origen de esta guerra está en las diferencias de límites con el Brasil y la importancia económica de la goma en la región. El antecedente más crítico fue el tratado de 1867 firmado por Melgarejo, que marcó los límites binacionales entre la confluencia del Mamoré y el Beni (cediendo soberanía sobre el río Madera que es nuestro principal acceso al Atlántico en el norte) y una línea hasta las desconocidas nacientes del río Yavarí. El mencionado tratado fue una cesión del territorio que teníamos cuando nacimos a la independencia. En 1896 el propio Pando firmó un acuerdo con Brasil en el límite de los ríos Purus y Acre. Pero el detonante fue, otra vez, una cuestión económica. La fundación de Puerto Alonso en 1899 (Puerto Alonso se conoció luego como Puerto Acre, capital del territorio de colonias a orillas del río Acre, hoy en territorio brasileño) se hizo para instalar un puesto aduanero de recaudación de impuesto sobre exportaciones de goma. Esto molestó a los aventureros que explotaban goma y la contrabandeaban sin rubor a los estados vecinos de Para y Amazonas. Brasil veía así reducidos sus ingresos por “tránsito” de la goma boliviana por sus puertos.

El 1º de marzo de 1899 el español Luis Gálvez se sublevó y declaró el estado independiente del Acre, tomando Puerto Acre. Sorpresivamente Luis Salinas Vega representante boliviano, pidió el apoyo brasileño para conjurar el levantamiento. La respuesta inicial fue positiva, pero muy pronto Brasil se desentendió del problema para luego declarar el territorio del Acre en litigio.

Entre 1899 y 1900 Bolivia envió tres expediciones: la de Andrés Muñoz, la de Lucio Pérez Velasco y la de Ismael Montes. En valientes acciones de armas en Cipueiro, Riosinho, Bagé y Puerto Acre, Bolivia restauró su soberanía y recuperó Puerto Acre. Allí se destacó Maximiliano Paredes que murió en el combate de Riosinho.

La excusa para la intervención brasileña se dio en 1902 con la propuesta de Félix Avelino Aramayo de crear una sociedad anglo norteamericana, el Bolivian Syndicate que arrendaría la totalidad del Acre a Bolivia y lo explotaría de manera privada. El Barón de Río Branco ministro de exteriores de Brasil, protestó y acusó a Bolivia de romper las reglas de la soberanía en el continente. Casi simultáneamente se levantó en el Acre Plácido de Castro declarando otra vez la secesión, pero esta vez Brasil intervino Puerto Acre con un contingente armado tomándolo por segunda vez. El Presidente Pando apremiado por el peligro para la soberanía nacional se trasladó con un destacamento militar a la zona del conflicto. Hacerlo demandó un penoso viaje de varias semanas desde los Andes hasta el llano amazónico. Pando combatió y venció a Castro en el río Orton (Puerto Rico). En tanto, la columna Porvenir organizada y financiada por Nicolás Suárez combatió heroicamente en Bahía (Hoy Cobija), venciendo a los filibusteros y defendiendo esa región de nuestro territorio.

Las acciones militares no estaban decididas, pero era evidente que Brasil estaba dispuesta a una escalada militar que, por su clara superioridad en todos los órdenes, podía inclinar fácilmente la balanza en su favor. En La Paz las autoridades prefirieron la negociación diplomática. El 21 de marzo de 1903 se declaró un modus vivendi que era el preámbulo de la cesión. El 17 de noviembre de 1903 Fernando Guachalla y Claudio Pinilla firmaron por Bolivia el tratado de Petrópolis por el que cedían el territorio del Acre a cambio de una compensación pecuniaria de 2.000.000 de libras esterlinas, el compromiso de construcción de un ferrocarril en la zona de las cachuelas (rápidos de los ríos que impedían o dificultaban la navegación) y aspectos relativos al status y derechos de los habitantes de la región en cuestión. Así Bolivia perdió alrededor de 190.000 km2 de territorio.

Contenidos Relacionados

El gobierno de Gutiérrez Guerra vivió en la zozobra permanente.

Los conservadores eran católicos por tradición. Quizás el más importante de ellos fue Mariano Baptista que dio muestras muy claras de su catolicismo, antes y durante su presidencia. No se puede olvidar tampoco la egregia figura de Juan de Dios Bosque (1829-1890). La confrontación estado iglesia se presentó cuando subió al poder el liberalismo. Muchos eclesiásticos del país, tanto regulares como seculares confundieron liberalismo con socialismo y otro tanto sucedió con el propio concepto de democracia, que a muchos religiosos les sonaba a anarquía.

El nacimiento de un movimiento obrero y sindical en el país fue producto del paso de un sistema de producción pre capitalista al desarrollo y modernización de la industria, particularmente minera, coincidente con el advenimiento liberal. A pesar de ese cambio Bolivia nunca contó con un proletariado significativo, pues no pudo desarrollar una industria importante como lo que tuvieron algunas otras naciones sudamericanas.

El agotamiento de los yacimientos estañíferos de Europa y la demanda de la industria norteamericana y europea que contaba con el estaño como un elemento ideal para aleaciones (hojalata, papel metálico, conservas y un largo, etc.), fueron los activadores del auge minero boliviano en el período 1900-1940.

Patiño es, sin ninguna duda, una de las figuras centrales de la historia boliviana. A su alrededor se teje buena parte del siglo XX en el país y se establece el destino de cientos de miles de bolivianos.

Durante el gobierno de Gutiérrez Guerra el efecto sobre el área rural de la ley 1880 se podía apreciar muy bien con la constatación de que el estado había concebido hasta 1919, 13,4 millones de hectáreas en los ocho departamentos y enl os tres territorios de colonias (Noroeste, Chaco y Oriente).  La recaudación de impuestos (1/2 centavo por hectarea de tierra baldía) alcanzó por este rubro 1,2 millones de Bolivianos en 1918.

Si bien Tamayo es conocido como uno de los grandes poetas de Bolivia, su compilación sobre temas pedagógicos, es ya un clásico y su actividad politica de una intensidad excepcional. Las ideas de Tamayo confontarón las de Arguedas y abrierón un gran debate en el país.