Al comenzar la guerra Bolivia fue vista internacionalmente como el país agresor y como la nación más poderosa de las dos, por esa percepción Paraguay logro simpatía para su causa. En 1933 una comisión de neutrales pidió el retroceso de Bolivia hasta Ballivián. En la conferencia de paz de diciembre de 1933 se logró un armisticio de algo más de un mes.
La guerra del Chaco puede dividirse en cuatro fases, la primera entre junio y diciembre de 1932 en que el conflicto comienza y ambos ejércitos se preparan para una contienda que sería de largo aliento. Bolivia pasa a la ofensiva. La segunda fase se desarrolla entre diciembre de 1932 y diciembre de 1933 en que Bolivia combate bajo la conducción de Kundt, es el último momento de la ofensiva boliviana. La tercera fase entre diciembre de 1933 y enero de 1935 de plena ofensiva paraguaya. La última entre febrero y julio de 1935 en que se da la exitosa defensa de Villamontes y el acuerdo de tregua.
En Paraguay el Presidente Eusebio Ayala dejó toda la responsabilidad de la guerra al General José Félix Estigarribia, militar de gran capacidad educado en la escuela francesa de Saint Cyr que llevó exitosamente a sus tropas en la contienda y condujo las operaciones sin injerencias. En Bolivia en cambio, el Presidente Salamanca desconfió y miró a menos a su alto mando. La tensa relación entre ambas partes provocó la caída de Salamanca, pero además determinó que el Presidente condujera las operaciones desde el palacio de gobierno de La Paz. Sus órdenes no siempre eran cumplidas y los militares en el frente se sentían despreciados y ultrajados por el mandatario. Así fue que Bolivia tuvo cinco jefes militares a lo largo del conflicto. Filiberto Osorio (1932), José L. Lanza (1932), Hans Kundt (19324933) y Enrique Peñaranda (1933-1935). El único que tuvo mando absoluto y sin trabas fue Kundt.