Al comenzar la guerra Bolivia fue vista internacionalmente como el país agresor y como la nación más poderosa de las dos, por esa percepción Paraguay logro simpatía para su causa. En 1933 una comisión de neutrales pidió el retroceso de Bolivia hasta Ballivián. En la conferencia de paz de diciembre de 1933 se logró un armisticio de algo más de un mes.
Noviembre de 1934 fue un mes complejo y aciago en Bolivia. Las relaciones entre Salamanca y el alto mando eran entonces pésimas. A pesar de la guerra, se convocó a elecciones para Presidente y éstas se realizaron el 11 de noviembre. El candidato oficial Franz Tamayo (59,2 % de los votos) derrotó a Juan María Zalles. Tamayo Presidente electo, nunca llegaría a posesionarse ante la realidad de los vergonzosos hechos de Villamontes.
La caída de Ballivián colmó al Presidente que destituyó a Peñaranda y posesionó a Lanza, el 26 de noviembre. El 27 el Presidente llegó a Villamontes acompañado de Lanza, el nuevo comandante. Allí lo esperaban Peñaranda, Toro, Busch, Moscoso y otros oficiales que habían decidido desacatar el nombramiento y derrocar al Presidente. Encerrado, desarmado y prácticamente solo en el edificio del comando, el anciano Presidente recibió la intimación para renunciar. No tuvo alternativa. Mientras los soldados combatían denodadamente en el frente, los jefes militares derrocaron en pleno comando de operaciones al Presidente de Bolivia. Salamanca, su hijo y el Gral. Lanza fueron embarcados en un avión hacia Santa Cruz. El 28 de noviembre, guardando las formas democráticas, se posesionó José Luis Tejada Sorzano, cuyo objetivo era buscar la paz lo antes posible. Las características de este golpe de estado hicieron que fuera recordado por la historia como el "corralito" de Villamontes.