Al comenzar la guerra Bolivia fue vista internacionalmente como el país agresor y como la nación más poderosa de las dos, por esa percepción Paraguay logro simpatía para su causa. En 1933 una comisión de neutrales pidió el retroceso de Bolivia hasta Ballivián. En la conferencia de paz de diciembre de 1933 se logró un armisticio de algo más de un mes.
El Presidente Salamanca fue un hombre trágico, atormentado por una dolencia física estomacal que lo marcó a lo largo de casi toda su vida. Estaba seguro de que su destino lo obligaba a conducir Bolivia a la redención. Le tocó un rol dramático, convencer al país que la guerra era un imperativo nacional, conducirla, ver el desmoronamiento bélico, ser derrocado por los comandantes en el campo de batalla y morir a los pocos días de la declaratoria de alto el fuego.
Salamanca nació en Cochabamba el 8 de Julio de 1868. Estudió derecho y se recibió de abogado en la universidad de San Simón. Fue catedrático de la universidad cochabambina. Militó en el partido liberal. Fue ministro de hacienda de Pando. Fue parlamentario destacado y notable orador en su paso por las cámaras. Fundó junto a Saavedra el partido Republicano en 1915. En 1921 creó el partido Republicano Genuino, esta vez en oposición a Saavedra. Fue varias veces candidato a la presidencia. Finalmente en 1931 ganó las elecciones y accedió al mando cuando contaba con 62 años. Fue radicalmente anticomunista y condujo a Bolivia a la guerra del Chaco. En 1934 fue derrocado por los altos oficiales que conducían la guerra. Murió poco después, el 17 de Julio de 1935, a los 66 años en su ciudad natal, Cochabamba.
Gobierno 1931-1934
Salamanca llegó al poder con el apoyo de todos los partidos tradicionales y con la imagen de un hombre excepcional. El "hombre símbolo" se lo llamó por el respeto que despertaba su sobriedad, honradez y capacidad intelectual.
Pero en menos de un semestre el Presidente se había granjeado la oposición de casi todos los sectores. Su primer frente fue la izquierda. El mandatario comenzó por decir que el problema más grave del país era el comunismo. Esa afirmación colocaba al estado por primera vez de una manera explícita contra la clase trabajadora. Los vaivenes de Saavedra (leyes favorables a los trabajadores, acciones contra los mineros) o la neutralidad de Siles, pasaron al olvido. El gobierno prohibió una huelga de telegrafistas, se estrelló contra las huelgas de la FOT y llegó a descontar el 15 % de los salarios de los huelguistas. Presentó al congreso un proyecto de ley de defensa social que pretendía otorgar poderes extraordinarios al Presidente para combatir los "excesos" obreros y comunistas. El proyecto no prosperó y quedó simplemente en una idea que, sin embargo, reflejaba la personalidad del primer mandatario.
El segundo frente fueron sus aliados liberales que tenían mayoría en el congreso. Salamanca había prescindido de ese partido en su primer gabinete. Luego tuvo que ceder. Su ministro de hacienda Demetrio Canelas, coherente con las corrientes en boga en ese momento, propuso un plan inflacionario controlado para salir de la crisis económica que comenzaba por abandonar el patrón oro. Al principio la idea fue tan combatida que no pudo aplicarse, pero cuando Inglaterra abandonó el patrón oro, el gobierno la aplicó con la inmediata consecuencia de la subida de precios y el comienzo de la inflación, lo que conllevó protestas políticas y callejeras.
La situación tenía que ver con la depresión mundial que hizo crisis en 1929. El efecto sobre la minería fue devastador. Esto llevó a que tomara dos medidas: la suspención del pago de la deuda externa, y la aprobación del divorcio absoluto que respondió a una ideología liberal ortodoxa.
Estas medidas que aislaron seriamente al primer mandatario tuvieron su contrapartida en un presupuesto inusualmente alto para el ejército y un plan consciente y decidido de penetración militar en el territorio del Chaco. Salamanca tenía muy claro que Bolivia debía dominar esa región en conflicto. Es célebre su frase "pisar fuerte en el Chaco". Pensó que una incuestionable presencia militar en la zona le daría ventajas irrefutables en la mesa de la negociación diplomática. En esa línea, un incidente verbal en Washington con el representante paraguayo sirvió de excusa para la ruptura de relaciones con El Paraguay el 1a de Julio de 1931. Nadie podía llamarse al engaño sobre las intenciones del Presidente.