Al comenzar la guerra Bolivia fue vista internacionalmente como el país agresor y como la nación más poderosa de las dos, por esa percepción Paraguay logro simpatía para su causa. En 1933 una comisión de neutrales pidió el retroceso de Bolivia hasta Ballivián. En la conferencia de paz de diciembre de 1933 se logró un armisticio de algo más de un mes.
El Chaco es un territorio de aproximadamente 290.000 km2 que en esos años contaba con una población total de no más de 70.000 almas, en el que se alternan bosques subtropicales con grandes extensiones planas cubiertas de vegetación herbácea y espinosas, con una escasez crónica de agua, mucha arena (con el polvo subsecuente) y un sol de plomo que cae sobre la región. Las lluvias escasas cuando caen inundan el terreno y lo convierten en un barrizal imposible. Víboras, roedores e insectos conforman su fauna. Las tribus de la región eran tobas, matacos, tepietis y choropis.
La falta de agua fue el enemigo número uno del ejército boliviano, integrado mayoritariamente por soldados quechuas y aimaras, acostumbrados a la montaña (a más de 3.000 mts.), temperaturas bajas y espacios abiertos. En contraste, los paraguayos vivían en un medio que les era propio, combatieron acostumbrados al clima y conocedores de su terreno. Bolivia encaraba otra vez un escenario militar alejado de sus centros vitales. Igual que en el Pacífico y en el Acre, su ejército tuvo que recorrer cientos o miles de kilómetros en territorio alejado, sin población propia significativa, sin intereses económicos bolivianos y sin vías de comunicación adecuadas. La distancia entre La Paz y el fortín Nanawa, el punto más al sur al q le llegó nuestro ejército era de 2.500 kilómetros, mientras que la distancia entre Asunción y Nanawa era sólo de 350 km.