Al comenzar la guerra Bolivia fue vista internacionalmente como el país agresor y como la nación más poderosa de las dos, por esa percepción Paraguay logro simpatía para su causa. En 1933 una comisión de neutrales pidió el retroceso de Bolivia hasta Ballivián. En la conferencia de paz de diciembre de 1933 se logró un armisticio de algo más de un mes.
A partir de Campo Vía Estigarrabia se dio cuenta de que sus posibilidades de hacer retroceder al ejército boliviano eran muy buenas y atacó. Bolivia tenía sus dos mayores centros de operaciones en Muñoz y Ballivián sobre el Pilcomayo.
En el comando boliviano la influencia de los coroneles Ángel Rodríguez y David Toro sobre un Peñaranda más bien indeciso, diluyeron la estructura de autoridad que tuvo varias contradicciones. Con todo, entre marzo y abril, Bolivia logró éxitos parciales en La China, Campo Jurado y Conchitas. En Cañada Strongest, siguiendo la táctica paraguaya, el ejército boliviano embolsó a la segunda y séptima divisiones paraguayas. Fue el mayor éxito militar boliviano en la guerra. Los vencedores dejaron en el campo más de 500 muertos paraguayos y tomaron prisioneros a 1.400 soldados y oficiales con su armamento.
Pero Estigarribia no se detuvo, logró derrotar a los bolivianos en Cañada, Tarija, tomando otro alto contingente de prisioneros y se dispuso a tomar Ballivián que concentraba 18.000 hombres y la mayor cantidad de reservas y pertrechos de todo el frente de operaciones. En julio Estigarribia no pudo tomar Ballivián. Decidió entonces abrir otro frente, esta vez sobre el río Paraguay con la toma de Picuiba y Carandaití. En septiembre los contraataques bolivianos en Algodonal y la Rosa, que estuvieron a punto de tomar entera una división paraguaya, frenaron la ofensiva, pero Estigarribia volvió a presionar sobre Ballivián. A pesar de que Bolivia logró organizar una retirada con orden y destruir Ballivián antes de abandonarlo, los paraguayos tomaron dos divisiones con un saldo de 4.000 prisioneros y casi 2.000 muertos (noviembre de 1934).