La fiesta comienza en La Puerta, nombre del rancherío donde está la capilla de San Bartolomé. También se la conoce por La Puerta del diablo. La leyenda recogida por Julio Lucas Jaimes (Brocha Gorda), refiere así: "Según la tradición de los aborígenes americanos súbditos del Inca, el espíritu maligno, llamado Umphurruna (hombre sombrío) arrojado desde la mansión de la luz a la tierra brumosa, había visto en ella a Sapállay, la sola, la única en belleza sobrehumana y en el candor y la ingenuidad atribuidas a la Inocencia, de la cual era símbolo.
"Enamorado de ella, la arrebató un día de entre su pueblo que la amaba y para ocultarla a las investigaciones de los hombres, con la fuerza y poder misteriosos de que Umphurruna es rey, partió en dos la inmensísima mole granítica de dos leguas de contorno, abriéndola en estrecho paso de curvas irregulares, en donde serpentea un torrente bullicioso, lamiendo a veces la base misma de aquellos mu-rallones portentosos... Pues en el centro de aquella grieta que los profanos creen obra de la naturaleza, en uno de sus más amplios recodos abre su boca negra con picos como dientes, una caverna oscura, misteriosa, objeto durante muchos siglos de las leyendas más curiosas.
"Esa es la cueva del diablo, allí arrastró consigo Umphurruna a la bella Sapállay, según los indios, que por tal travesura naturalistas lo bautizaron con el nombre de Cchutillo o sea genio que daña y huye".
Otra tradición cuenta que el Inca Mayta Khapac visitó ese lugar con gran acompañamiento y regio séquito.
En esas formaciones geológicas el pueblo descubre figuras de diablo, cara del Inca, gorra de sol-dado. Se cuenta que en tiempo de Mariano Melgarejo, un regimiento del tirano fue tragado sin salvarse un solo soldado.