Deberes y privilegios de los cargos

Los deberes de los pasantes y alféreces, es preparar la fiesta. Durante un mes antes, los pasantes rodean a los que participarán en la fiesta con el nombre de Chutillos. O sean los jinetes disfrazados que intervendrán en la carrera desde la ciudad de Potosí hasta la capilla de San Bartolomé.

Rodeo se denomina al obsequio o presente que se envía al elegido de Chutillo. Mandar rodeo, dice el pueblo cuando el pasante o alférez envía de obsequio al futuro Chutillo, una bandeja o charola con fruta seca. Después que ha recibido el obsequiado es visitado personalmente por el pasante, para comprometerle su participación en su grupo de Chutillos.

Los pasantes tienen de obligación proveer de ce ras a la capilla durante todo el año y de ropa nueva al santo. De acuerdo a su situación económica, el pasante hace un obsequio a la capilla: bancos, refección de un altar, etc. También contrata la banda que amenizará la fiesta e invita a los grupos de bailarines: morenada, diablada, etc. Sector de la población al que pertenecen los cargos. Los pasantes y alféreces, pertenecen a los grupos mineros, los que pasan la fiesta en la ciudad de Potosí; y a los grupos campesinos, los que celebran la fiesta en el lugar de la capilla.

Contenidos Relacionados

La fiesta se desarrolla en dos lugares diferentes: la ciudad y el campo, por la que tiene distintas características, en razón de los diferentes estratos sociales de los participantes. En la una priman las costumbres citadinas, y en la otra es indudable el sello campesino.

En la ciudad los pasantes o alféreces corresponden a un número limitado: tres por cada barrio o parroquia que participa: San Juan, San Benito y San Roque. En el campo o más propiamente en la circunscripción campesina donde se levanta la capilla de San Bartolomé, pasan de 40 pasantes.

La fiesta comienza en La Puerta, nombre del rancherío donde está la capilla de San Bartolomé. También se la conoce por La Puerta del diablo. La leyenda recogida por Julio Lucas Jaimes (Brocha Gorda), refiere así: "Según la tradición de los aborígenes americanos súbditos del Inca, el espíritu maligno, llamado Umphurruna (hombre sombrío) arrojado desde la mansión de la luz a la tierra brumosa, había visto en ella a Sapállay, la sola, la única en belleza sobrehumana y en el candor y la ingenuidad atribuidas a la Inocencia, de la cual era símbolo.

El ttimpu, que lo preparan con las cabezas de las llamas que han carneado para la fiesta. El chicharrón preparado con la grasa de las llamas. Tales viandas las preparan después del último día que oficialmente se conceptúa el último día o dejámen. Con estas comidas agasajan y agradecen a los que han ayudado en la organización y realización de la fiesta: familiares y amigos.

Día antes al 24 de agosto llegan a la ciudad de Potosí, cantidad de campesinos trayendo sus bestias de silla a objeto de fletar a los participantes de Chutillos. Los dueños hacen el oficio de postillones, al mismo tiempo que cuidan de sus animales.

La feria de flete se efectúa en la Plazuela Mejillones (antes de nombre Plazuela Dolores), desde donde parten los Chutillos rumbo a La Puerta.

Danzas, bailes, música y canciones

Día 24, San Bartolomé. En la plazuela Mejillones, desde las ocho de la mañana, los Chutillos fletan bestias que los conducirán hasta la capilla de San Bartolomé, sector que también recibe el nombre Cueva del diablo, lugar donde se inicia la fiesta.

La fiesta compromete en la ciudad de Potosí, los barrios de San Benito, San Roque y San Juan, donde se organizan comparsas de Chutillos, que el día de la fiesta se dirigen al lugar de la capilla de San Bartolomé.

En este sitio participan las gentes de los rancheríos y lugares llamados Puerta del Diablo, o simplemente La Puerta, San Antonio, Chisiraya, Tturo y del teatro al aire libre de la ciudad capital.

Los cargos y sus nombres populares

La fiesta se celebra el 24 de agosto, día de San Bartolomé y dura el 25 y 26 inclusive. A veces aprovechan de la fiesta para rendir culto a San Ignacio, imagen que también guarda la capilla.

El mismo Jaimes, risueñamente, historia así el origen de la erección de la fiesta: "se pensó seria-mente en secuestrar al diablo —dice el tradicionista—, en su propia morada, y para ello se construyó un nicho cerca de la cueva y se empotró en él, la Santa Cruz bendita y llevada en procesión solemne".