Los Canichana

Los Canichana

Existe poca información y datos claros y confirmados acerca de las características de los canichana, a más de su evidente origen quechua incaico, y su naturaleza recia, agresiva y aventurera. Afectados también por la influencia colonizadora española, los grupos sobrevivientes, aun directos descendientes de la etnia original, están formados, según revelan los registros de la Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas y Originarias de Bolivia (Conniob), por unas 1 500 personas.

La tradición oral, que en este pueblo como en la mayoría de las naciones indígenas originarias goza aún hoy en día de buena salud, permite inferir a profesionales y estudiosos, entre ellos Wigberto Rivero Pinto, que los canichana llegaron al actual territorio cruceño fruto de divisiones internas y persecuciones en el imperio incaico.

“Los chanchas, sus directos ancestros, eran un grupo guerrero que debido a la total hegemonía del Inca en el altiplano y parte de los valles salió a conquistar nuevos territorios hacia la selva amazónica”. Otra versión señala más bien que, al fracasar en su intento de sublevación, no les quedó otra que exiliarse.

Lo cierto es que se refugiaron en la llanura de Moxos, Beni, donde viven actualmente, y todavía hace algunas décadas eran conocidos como “hombres chanca”. No existe mucha documentación sobre sus costumbres originarias. Sin embargo, una investigación de los antropólogos Alvaro Díez Astete y David Murillo destaca particularmente el acentuado espiritualismo de este pueblo que, lejos de manifestarse sólo en su subculto pagano, cobra fuerza y fervor en las abundantes celebraciones rituales del catolicismo.

A través de su danza, su música y su coreografía peculiar, hombres y mujeres expresan su entrega total, imploran por favores y agradecen los recibidos. Es muy conocido y promocionado el baile del machetero loco, que representa una combinación de valentía, apasionamiento y agresividad viril, expresado en la fiesta de Semana Santa o en la celebración patronal de cada pueblo.

Datos

Habitantes: Censo INE (2001): 499. Censo Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia) (2004): 1.500.

Ecorregión: Amazónica.

Departamento: Beni

Provincia: Cercado

Municipio: San Javier

Comunidad: San Pedro Nuevo, Teje-rías, Bambuses, Villa Chica, Toboso.

Idioma: No clasificado.

Actividad Principal: Agricultura.

Productos: Arroz, maíz, frijol, yuca y plátano.

Vías de acceso: Terrestre: La entra-da y salida a las comunidades de San Pedro Nuevo, Tejerías, Villa Chica y Bambuses es posible durante la época seca (mayo a octubre con regularidad); de diciembre a abril los caminos están inundados por completo. Fluvial: Mediante el río Mamoré se conectan en época de lluvias las comunidades de Tejerías y Bambuses.

Los Canichana

Contenidos Relacionados

Cuenta Teobaldo Noé sobre sus ancestros: “La historia dice que nosotros estábamos en cuatro departamentos: La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y una parte del Beni. En ese tiempo nuestros antepasados eran bastante ingenuos y humildes. Vivíamos como nómadas, de un lado a otro, porque el territorio era muy grande y muy rico a la vez”.

Los yuracaré andan siempre en busca de la Loma Santa, la tierra sin mal que, según su mitología, Dios les tiene predestinada para que se acaben las injusticias.

Hasta inicios del siglo pasado, fue común entre los yuquis un sistema de estratificación social de amos y esclavos, o por herencia u orfandad. Pero luego de la influencia de los evangelizadores se conformó la típica familia nuclear (de fuertes lazos entre parientes directos) de pareja monogámica.

La organización social de los yaminahua tiene como pilar la familia extensa, es decir, con lazos medianos y lejanos de parentesco; actualmente debido a su sedentarización se funda en la familia nuclear, donde están sólo los parientes inmediatos, siendo el padre el jefe.

Según cuenta el antropólogo Milton Eyzaguirre, investigador del Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef), “en esta etnia, una mujer puede decidir la separación de su pareja e inmediatamente puede elegir a otro hombre del mismo grupo. Es la mujer la que dispone de las relaciones de matrimonio”.

La explotación de los hidrocarburos afectó enormemente a los weenhayek, etnia asentada en tierras tarijeñas, no sólo porque su población sufrió una merma debido al impacto en el medio ambiente, sino porque la presencia de las transnacionales está carcomiendo las raíces de identidad de este pueblo que siempre se consideró superior a las demás culturas del Chaco.

Los pueblos chipaya, murato e hiruito, todos asentados en el territorio de Oruro, a orillas de los lagos Uru Uru y Poopó, están encasillados como un solo grupo étnico. Su trascendencia siempre fue muy escasa a raíz del dominio expansivo aymara que perduró durante todo el tiempo de la Colonia.

Los toromona son un grupo indígena que se asentó desde hace cientos de años en el departamento de Pando, entre los ríos Madre de Dios, Toromona y Arroyo Asunta. “En la década de los 80 ya eran pocas las familias sobrevivientes que recorrían la selva amenazados por petroleros, madereros y caucheros. Nunca se tuvo contacto formal y actualmente se teme que estén al borde de quedar exterminados”, asegura el antropólogo Wigberto Rivero.

El antropólogo Álvaro Diez Astete, autor del libro Pueblos indígenas y tierras bajas, reconoce que “no existe una información precisa sobre la etnohistoria de los tapieté, porque con el paso de los años se ha subsumido en la historia del pueblo guaraní, por lo que muchas veces son considerados como una parcialidad más de esa macroetnia”.

Las referencias más antiguas sobre esta comunidad asentada en los territorios de Santa Cruz y Tarija se encuentran en documentos y censos de principios del siglo XX.