El “fresco” de la Virgen

Por Eduardo Castillo Porcel

A partir de su autoría del fresco y el culto, todo el origen se remonta al último cuarto del siglo XVI históricamente tras la fundación de Paria (1535) cuyo poblamiento y hegemonía social, cultural y económica gravitó en Oruro y los vecinos departamentos, con el auge económico que impulsó don Lorenzo de Aldana y los padres agustinos que levantaron muchos templos coloniales, inspirando la fe cristiana y levantando pueblos donde no se escapó, también, su influencia en el valle cochabambino (fundada Capinota el 24/4/1559). Estas pautas permiten, al mismo tiempo de levantar iglesias, conocer las imágenes católicas bajo el influjo de los conquistadores españoles (provenientes de Extremadura) quienes tienen gran arraigo a la veneración de la Virgen de la Candelaria (debido al incentivo del Papa Sergio I).

En Oruro, investigando los escasos testimonios de la historia oral tradicional se observa a principios de 1595 que el cura Francisco de Medrano en compañía de su hermano Diego, en su búsqueda afanosa de riquezas descubre, en los cerros que circundan a la ciudad, de lo que hoy es Oruro, bocaminas con explotación de plata, las cuales para seguir siendo trabajadas unen sus fuerzas junto a su otro hermano Juan de Medrano, éste último en posesión de las minas Pie de Gallo, Flamenca y la Colorada. A su vez Francisco y Diego de Medrano tenían en posesión "Pintura", "Socavón" y "San Cristóbal", posteriormente las minas descubiertas por los hermanos Medrano fueron bautizadas con el nombre genérico de San Miguel (en honor al santo protector de los españoles.)

Una de las hipótesis que sostenemos es que la zona, en la época colonial, era un área residencial de las viviendas españolas por estar cerca a las minas aledañas y que más adelante pasan a manos de los hermanos Jacinto y Juan de Dios Rodríguez (patriotas orureños); y el resto de la Villa, conformado el caserío o comarca con sus pobladores nativos, estaba contrapuesta como un rancherío en la zona de lo que hoy es el Faro de Conchupata y la Ranchería (zona populosa hasta hoy).

Por razones obvias, allá por la tercera década del Siglo XVII (1620- 30) una de las viviendas estaba abandonada; convirtiéndose luego en guarida del personaje legendario del Chiru Chiru quien tenía próximo a su cabecera a la sagrada imagen de la Virgen de la Candelaria. "La recopilación de José Víctor Zaconeta en su obra "La Virgen del Socavón y la Corte Infernal" expresa: "El Chiru Chiru"... solo se ocupaba de cometer raterías, en un paraje abrupto por entonces y hoy terraplenado ya convertido en plazoleta había edificado su miserable vivienda, tan baja y mal hecha. Lo consideraban como a un mendigo o como a un pobre vagabundo inofensivo, sin que faltaran personas caritativas que aún le prestaran su protección. Lo cierto era que robaba para sus necesidades de subsistencia y el resto era para compartir o favorecer a los necesitados y que antes de realizar dichos actos le rendía culto a la Virgen, prendiéndole sus velas de cebo ante aquel supuesto estampado en madera o cuadro litográfico de la época". Lo real y evidente es que aquella imagen, a la muerte del Chiru Chiru, fue descubierta en su guarida cerca a su camastro en una pared que servía de mojinete (según el diccionario = frontón de una fachada/caballete de un tejado) donde en tamaño natural se veía la imagen de la Virgen.

Nuestra hipótesis es la siguiente. Primero el hombre de condición social y económicamente pobre, mal podría estar en condiciones de edificar su vivienda y tener en esa guarida una pintura religiosa de tan grandioso valor realizado en la técnica del "fresco" o pintura mural; por consiguiente sostenemos que fue una vivienda de un acaudalado empresario minero, que pagó por la realización de esta pintura y que por trasladar su riqueza a otros lares o motivos de fuerza mayor, dejó al abandono, llevándose todo menos aquel mural de adobe donde se halla el fresco de la Virgen.

Segundo: aquella guarida o habitación fue rehabilitada para convertirse en una capilla. En la década de 1986 -96 se hace una de las últimas ampliaciones a lo que hoy se conoce como el Santuario del Socavón esta vez utilizando nueva tecnología. Cabe recordar que año antes el fresco original, con un equipo de restauradores de prestigio internacional a la cabeza de Aida Bertocelli (italiana) experta en la materia, es sometido a su restauro en su concepto original.

De manera paralela al remover los escombros de la parte noreste del Santuario (1983-86) se descubren los socavones y las chimeneas o galerías mineras que justifican la realización del Santuario de la Virgen del Socavón.

Para los escépticos acaso el primer gran milagro pueda ser el que a través del tiempo con algo más de cuatro siglos de continuas detonaciones, vibraciones y dinamitazos propios del trabajo minero, la imagen de la Virgen no se resquebrajó.

Otro milagro derivó en la integración nacional e internacional a través de la participación de los conjuntos folklóricos e individualmente para rendirle pleitesía y recibir su bendición y parabienes que corren como reguero de pólvora en la colectividad.

Ahora viene su trascendencia histórica del "fresco" cuyas investigaciones contextualiza indicar que se halla comprendida en el período de las escuelas pictóricas denominadas: Kolla, Potosina y Charquense (que es posterior al manierismo que llega a la jurisdicción de la Audiencia en 1585 con varios de sus exponentes conocidos por sus obras de arte en el país). Para Oruro interesa saber que la Escuela Pictórica Kolla sigue a la española fuertemente influenciada por la pintura flamenca, según versión de Carlos Urquizo, los mismos que en su expresión y técnica se ve en las localidades de Copacabana, Calamarca, La Paz, Yunguyo, Puerto Acosta, Carabuco, Italaque y Peñas entre 1619 a 1787. Transcurridos los años de 1788 a 1812 se ubica un pintor como muchos de su época, más, hoy al sacarlo del anonimato del polvo del tiempo gracias a la investigación que nos acarreó, lo recuperamos con satisfacción. El hombre que merece una apología por tan hermosa obra de arte de hondo misticismo religioso, se llamaba Diego del Carpió, quien primero fue ocupado en Copacabana, luego en La Paz y finalmente, como cerrando con broche de oro en Oruro, pintando la imagen de la Virgen del Socavón sobre una dimensión de un metro de ancho por uno cincuenta de largo acogida hoy en un Santuario de una fe devocional adquirida con el paso de los años.

Contenidos Relacionados

El primer centenario de la decana de las Morenadas en Bolivia

Por Fabrizio Cazorla Murillo

La música es factor que identifica una cultura

Por Javier Flores Rosales

Uno de los componentes más importantes en las fiestas folklóricas y religiosas de nuestro país son las bandas de música, desde mediados de la década de los treinta del siglo pasado, responsables del engranaje melódico de Morenadas, Diabladas, Caporales, Tinkus, Llameradas, Cullawadas.