Narra: Donato Vaya
Dice que un día, dos cazadores habían ido a cazar al monte. Cazaron seis marimonos, en total. Después, uno de ellos había ido por leña, mientras el otro había dicho en voz alta:
- ¡Cómo me gustaría tomar ahora!
En ese momento, un hombre apareció y le invitó a tomar a su casa que estaba cerca, según decía.
- Vamos ahora, en la casa vamos a tomar —le insistió.
Entonces, fueron a su casa. En esa casa, varias personas estaban tomando. Todas le invitaron de beber, hasta que el cazador estuvo borrachísimo.
Ya tarde, volvió a su campamento y encontró a su compañero atizando el fuego donde cocinaba al marimono. Entonces, comenzó a tener mucho frío. Sintió tanto, tanto frío que en un momento metió su pie al fuego, que al instante se prendió. Pero el hombre seguía sintiendo frío, así que metió toda la pierna la cual comenzó a arder. Finalmente, metió todo el cuerpo y éste también comenzó a arder rápidamente.
Su compañero no podía creer lo que él había hecho. Se asustó tanto que huyó, se subió a un motacú y ahí se escondió. Mientras, su compañero, ardiendo en llamas, lo buscaba para que él tampoco volviera. Pero, al no encontrarlo comenzó a correr y en su carrera prendía todos los pajonales y arbustos. Mientras, el otro se escondía.
Después de varias vueltas, desistió y se elevó al cielo como fuego. Minutos después, volvió a bajar y dijo:
- Cuando sea mi destino recién voy a hacerme ver. Ahora, me iré y voy a caer en el mar.
Se escuchó entonces un ruido muy fuerte y el hombre se perdió.