De los abuelos Guarayos

Narra: Gregorio Aricoy

Todos los pueblos tenemos un Abuelo, el Abuelo de los guarayos es Ava’ängi que ha sido un guarayo neto.

Nuestros abuelos nos contaron que el mundo ha sido creado por el Abuelo Ava 'ángi, somos nietos de él, de ahí vienen nuestras raíces. Ellos comenzaron cuando el mundo todavía estaba desierto. Cuando el agua no había, todavía no había ni árboles, solo habían pajitas. Ellos comenzaron a trabajar, a sembrar, primero, sembraron yuca, esa es una historia.

Primero sembraron yuca

Primero sembraron yuca, se dio la yuca, la cocinaron, luego, el Abuelo, sembró el maíz, luego sembró el frijol.

Cuando ya hubo la yuca, el Abuelo le dijo a la Abuela:

— Yo voy a traer yuca para que usted haga chicha.

Entonces le dijo su señora:

— Ava'ängi, no hace mucho que usted sembró la yuca.

— No hija, la yuca ya está —le respondió.

Entonces agarró la rama, comenzó a hacer su fuerza el "Yari, Yari, Yari" Levantando la voz de que la yuca era una Abuela, suspendió la yuca, una yuca hermosa dice que se dio.

— Ahora mire, usted me dijo que todavía no estaba. Mire allá, están maduras las yucas, usted ya va a hacer chicha. Vamos a hacer chicha. Yo voy a traer agua, y usted va a juntar fuego, va a poner la olla, ¿y la olla? —le dijo a su señora

— Todavía no está seca.

La Abuela, recién había hecho la ollita de loza, la olla es lo primero que hizo la Abuela, de loza de barro.

— ¿Todavía no está? Va a secar ahí en el fuego.

Bueno, pelaron la yuca, la picaron y la echaron a la olla. Entonces comenzaron a patascar. Desde entonces la gente de nosotros ya vinieron patascando la yuca recocida, bien hervida. Así es cómo nosotros comenzamos a producir nuestra cultura, del Abuelo y de la Abuela, los Abuelos ya se mantenían con la chicha, cocinaban sus alimentos, buscaban una cosita y cocinaban sus alimentos, pero todo era la chicha. Ahora nuestra cultura poco a poco se está perdiendo en nuestro pueblo.

Esto va a ser para tu flechita

No se sabe, cuando de repente nomás apareció una chala60, y el Señor le dijo al Abuelo:

— Ava 'ängi, esto va a ser para tu flechita.

— ¿Para qué va a ser mi flechita? —preguntó el Abuelo

— Es para que usted cace, usted está sufriendo de carne, con la flecha, usted va a cazar esos bichitos que ve por ahí.

Entonces, el Abuelo le dijo a su señora:

— Me ha hablado el Señor para que yo haga para mi flechita, para que yo cace.

— Muy bien, ojalá pues ¿y sabes hacer flecha? —le respondió su señora.

— Pero, yo voy a hacer, voy a aprender.

Comenzó Ava'ängi a hacer sus flechitas, hizo una con punta y otra con una bola en la punta.

— Esta es para matar aves, y esta para matar esos bichitos, como decir el taitetú, los guasos, esta es para esos bichos63, ahora voy a cazar, lo voy a probar —dijo el Abuelo y se fue.

Primero vino una pava, entonces ensayó su flechita con esa bola en la punta, la tiró en la cabeza o bien en el coto, dice.  Qué contento se puso el Abuelo Ava'ängi, entonces le trajo ya a la Abuela:

— ¿No ve? Aquí le traigo una pava—le dijo a la Abuela.

— ¿Cómo usted supo hacer esto? —respondió la Abuela.

— Ya, espere un ratito, que le voy a contar quién me dirigió —dijo el Abuelo porque era un hombre muy sabio.

Él todas las noches rezaba, todo el día en su trabajo rezaba y oraba:

— Un hombre sabio me enseñó, me dijo que yo haga la flecha para que yo le ayude a usted. Ahora ya estamos bien, tenemos con qué cazar y vamos a matar bichitos para comer —le dijo a su señora

Ahora tengo que pedir tabaco

— Ahora tengo que pedir tabaco a nuestro Señor, vamos a fumar para estar en contacto con nuestro Señor. El Señor me habla y con ese tabaco ya vamos a estar contentos y cada vez vamos a estar en contacto con él, para que nosotros llevemos esta vida. Esta vida va a ser muy larga para nosotros. Voy a hacerte una pipa y voy a hacer otra pipa para mí, entonces, vamos a fumar.

— ¿De dónde vamos a conseguir tabaco? —preguntó la Abuela

— El Señor va a ver —respondió el Abuelo.

Se fue el abuelo, comenzó a arrancar pajingas. A la semana se fue a ver, ya estaba el tabaco, bonito. Volvió contento y le dijo a la Abuela:

— Mira, ya está el tabaco, está bonito, ya vamos a tener ese contacto con nuestro Señor. Vamos a fumar, ese humo que va a apuntar al cielo es para el bien de uno, ese es el que nos va a cuidar, nos va a amparar.

— ¿De qué? —le dijo la Abuela.

— Del diablo. Él me dijo que vamos a fumar este tabaco para que él nos observe, para que no aparezca el Diablo.

— Muy bien.

Entonces, comenzaron a fumar.

La abuela ya tenía familia

La Abuela hizo chicha por segunda vez, ya tenía familia.

— ¡Ava’ängi! Llame a la familia, que vengan a ayudarme aquí a patascar, que aprendan —le dijo al Abuelo cuando ya la yuca estuvo cocida.

Entonces, el Abuelo llamó a sus hijos:

— Vengan acá, van ayudar acá a patascar para que ustedes aprendan.

Comenzaron a patascar con la Abuela, picaron la yuca y la echaron a la olla. Al otro día ya estuvo la chichapicantinga.

— ¡Vengan, hijos! Ava'ängi venga, haga formar a sus hijos. Usted les va a dar un mate, este mate de chicha para que ellos prueben que esto va a ser la vida. Esta chicha va a ser la vida de nosotros, explíqueles que tienen que estimar, que no tienen que botar nada de esto. Porque este es el cuerpo, es de nuestro Señor, para alimentarnos, el cuerpo de nuestro Señor es, porque nadie lo hace, sólo nuestro Señor.

Ava'ängi les explicó a sus hijos y estos le agradecieron:

— Padre, agradecemos que usted nos explicó cómo vamos a estimar esto.

Y así fue.

Antes, los abuelos y nuestros padres nunca dejaban botar ni una semilla, digamos ni un maíz, ni un arroz, ni un pedazo de yuca. No se dejaba nunca un pedazo de yuca en el plato, porque nosotros no sabemos hacer yuca, no sabemos hacer maíz, no sabemos hacer fríjol, no sabemos hacer arroz. Por eso, ninguno de los abuelos dejaba botado un grano.

Más del Tema
Contenidos Relacionados

Narra: Gregorio Aricoy

Siempre pedimos al Abuelo. Cuando uno va de ida al monte a cazar, digamos, uno dice:

  • Abuelo, Abuelo, yo estoy de ida por necesidad, a buscar qué cazar para comer, usted me va a ayudar me va dar.

Entonces, uno mira al árbol y ya se encuentra bichos, ya uno caza. Nosotros solamente le pedimos al monte, a la selva nomás y así cazamos y traemos bichos.