De todos los problemas bioéticos planteados por la ingeniería genética hay uno que se ha convertido últimamente en el centro de debate público: la clonación. La clonación es una forma de reproducción no sexual, que se da naturalmente en muchas plantas junto a la reproducción sexual y que, a diferencia de esta última, produce copias genéticas exactas de la planta originaria. Los ejemplos más conocidos son las patatas y las fresas.
Los ovarios, cada uno de 3 cm de longitud y en forma de almendra descascarada, son sostenidos en su lugar por ligamentos situados dentro de la parte inferior de la cavidad abdominal.
El óvulo es liberado por ovulación del ovario a la cavidad abdominal, donde se introduce en una de las trompas de Falopio, a través del ostium en forma de embudo, situado en su extremo. El óvulo es impulsado hacia el ostium por lo movimientos vibrátiles de los cilios del revestimiento epitelial de las trompas de Falopio.
Muy raramente puede ser fecundado un óvulo dentro de la cavidad abdominal y comenzar su desarrollo adherido a un órgano como el hígado o el riñón. Generalmente cuando ocurre esto el desarrollo no puede terminar y el embrión debe ser extirpado.
Las dos trompas de Falopio desembocan en el útero, órgano donde se desarrolla el embrión hasta el momento del nacimiento, este órgano se encuentra en la parte central de la cavidad abdominal inferior, inmediatamente detrás de la vejiga urinaria.
El útero tiene el tamaño aproximado de un puño cerrado, tiene gruesas paredes de músculo liso y un revestimiento mucoso ricamente irrigado con vasos sanguíneos. El útero termina en un anillo muscular, el cuello, que sobresale una corta distancia en el interior de la vagina. La vagina es solo un tubo muscular, que se extiende desde el útero hasta el exterior y sirve de receptáculo para los espermatozoos, durante el coito y de canal del parto cuando el feto completa su desarrollo.
Los órganos sexuales femeninos, conocidos colectivamente como vulva, comprenden los labios mayores, dos pliegues de tejido adiposo, cubierta por piel, bien provista de vello y glándulas sebáceas, que se extienden hacia atrás y abajo, encerrando la abertura de la uretra y la vagina.
Los labios menores, que son delgados pliegues de tejido rosado, desprovistos de vello, se encuentran dentro de los pliegues de los labios mayores y generalmente están ocultos por ellos. Los labios menores se unen en la parte anterior y rodean otra estructura, denominada clítoris, que es el órgano eréctil sensible del tamaño de un guisante. En la mayoría de las mujeres, el clítoris, que es homologo al pené del varón, está completamente cubierto por el prepucio. Al igual que el pené el clítoris contiene tejido esponjoso que se llena de sangre durante la excitación sexual; las terminaciones nerviosas del clítoris y los labios menores responden a la estimulación erótica.
Detrás del clítoris se encuentra la abertura de la uretra, que en la mujer solo tiene la función urinaria y detrás de la uretra se encuentra la abertura de la vagina. Esta parcialmente ocluida por el himen, que es una delgada membrana compuesta de tejido conectivo elástico y colágena, que se rompe con el primer coito. En la unión de los muslos y el torso, inmediatamente encima del clítoris, se encuentra una pequeña eminencia de tejido adiposo, el mons veneris o monte de venus, cubierto en la mujer adulta de vello púbico.
Oogénesis. Los óvulos evolucionan en el ovario también a partir de células sexuales inmaduras denominadas oogonios. Al principio del desarrollo de los oogonios, estos experimentan divisiones mitóticas sucesivas, múltiples para formar oogonios adicionales, todos los cuales tienen numero diploide de cromosomas.
En muchos animales, sobre todo vertebrados, los oogonios y oocitos, están rodeados por una capa de células foliculares, (folículos primordiales) derivadas del epitelio germinal de los ovarios. En la especie humana esto ocurre al principio del desarrollo fetal y para el tercer mes los oogonios empiezan a convertirse en oocitos primarios.
Cuando nace una niña sus dos ovarios contienen aproximadamente 400.000 oocitos primarios, que han alcanzado la profase de la primera división meiótica, estos oocitos primarios permanecen en profase durante muchos años hasta la madurez sexual (periodo de dictioteno o de reposo). Entonces al madurar cada folículo, se reanuda la primera división meiótica que se completa en el momento de la ovulación (15 a 45 años después de iniciada la meiosis).
Los acontecimientos que ocurren en el núcleo (sinapsis, tétradas, separación de cromosomas homologas), son idénticos a los observados en la Espermatogénesis, pero la división del citoplasma, es desigual, con el resultado de una célula grande, el Oocito secundario, (que contiene el vitelo, y casi todo el citoplasma) y una célula pequeña el cuerpo polar, el cual no es más que el núcleo. Se le denomino cuerpo polar antes de que se explicara su función, debido a que se sitúa como una mota en el polo animal del óvulo.
En la segunda división meiótica, la cual progresa a medida que el huevo discurre por la trompa de Falopio, el oocito secundario se divide nuevamente y de forma desigual para formar un gran ootide (oocito terciario), y un segundo cuerpo polar pequeño, ambos con numero haploide de cromosomas El primer cuerpo polar puede dividirse en dos cuerpos polares secundarios adicionales. El ootide o oocito terciario se transforma entonces en un huevo maduro u óvulo. Los tres pequeños cuerpos polares se desintegran pronto, de manera que cada oocito primario da lugar únicamente a un óvulo, en contraste con los cuatro espermatozoides derivados de cada espermatocito primario.
La división citoplasmática desigual garantiza que el óvulo maduro tendrá bastante citoplasma y vitelo para sobrevivir en el caso de ser fecundado. En cierto modo el oocito primario deposita toda su reserva alimenticia en un óvulo, en esta forma el elemento femenino ha resuelto el problema de reducir los cromosomas sin pérdida del citoplasma y vitelo necesarios para el desarrollo después de la fecundación.
La unión de los cromosomas haploides del espermatozoide con los haploides del óvulo, durante la fecundación, hace recuperar el numero diploide en el cigoto fecundado, lo que persistirá, por el proceso de mitosis, en todas las células que se formen en el nuevo organismo. Cada individuo adquiere exactamente la mitad de cromosomas y genes de su madre y la otra mitad de su padre. Todos los fenómenos de la genética mendeliana dependen de estos hechos sencillos. Debido a la naturaleza de la interacción de los genes, la descendencia puede parecerse a un antecesor más que el otro, pero ambos contribuyen por igual a la herencia.