De todos los problemas bioéticos planteados por la ingeniería genética hay uno que se ha convertido últimamente en el centro de debate público: la clonación. La clonación es una forma de reproducción no sexual, que se da naturalmente en muchas plantas junto a la reproducción sexual y que, a diferencia de esta última, produce copias genéticas exactas de la planta originaria. Los ejemplos más conocidos son las patatas y las fresas.
Los detalles del proceso reproductor varían mucho según los organismos, pero básicamente podemos distinguir dos tipos:
1. La reproducción asexual. Supone un progenitor único, el cual se divide, germina o se fragmenta, para formar dos o más descendientes, cuyos caracteres hereditarios son idénticos a los del padre.
Incluso ciertos animales situados en lugar elevado dentro de la escala evolutiva, pueden reproducirse asexualmente; la reproducción de gemelos idénticos por fisión de un solo huevo fecundado es una variante de reproducción asexual
2. La reproducción sexual. Necesita dos progenitores, cada uno de los cuales contribuye al proceso con una célula especializada o gameto, óvulo o espermatozoide, los que se reúnen para formar el huevo fecundado. El óvulo generalmente es inmóvil, grande con reserva de vitelo para suministrar alimentos nutritivos al embrión, el cual evoluciona una vez que dicho huevo esta fecundado. Por el contrario, los espermatozoides son pequeños y móviles. La ventaja biológica de la reproducción sexual es que permite la variada combinación de las mejores características de los dos progenitores, transmitidas por la herencia; de este modo el hijo puede tener mejores condiciones de supervivencia.